Igual que en medicina y salud, en el ámbito de la medicina estética preventiva también es uno de los pilares fundamentales.
Unos buenos hábitos alimentarios, así como una buena rutina facial y cura de la piel, son de gran relevancia para mantener una piel sana y prevenir los signos del envejecimiento precoz. De todos modos, aparte del efecto del tiempo, también existe un componente genético que determina el ritmo de envejecimiento cutáneo. Este fenómeno llamado estrés oxidativo es debido al deterioro de nuestras células por el aumento de radicales libres y oxígeno en el cuerpo, que provoca que las células se oxigenen, se malogren y se destruyan.
En la medicina estética se utilizan tratamientos y técnicas no invasivas sobre pieles jóvenes para mejorar o atrasar las consecuencias del envejecimiento cutáneo como la aparición de arrugas, la pérdida de volumen, la flacidez facial, la sequedad cutánea y los cambios pigmentarios. De aquí nace el concepto de Medicina Estética Preventiva.
Dentro de este concepto tenemos diferentes tipos de tratamientos:
Los tratamientos mencionados tendrán como objetivo aumentar la producción de colágeno y elastina mediante la estimulación de los fibroblastos. Se ha visto que a partir de los veinticinco años empieza a disminuir el colágeno y la concentración de ácido hialurónico de nuestra piel. Dependiendo de las necesidades de cada piel podremos actuar también mejorando la luminosidad de la piel, tener más firmeza, uniformizar el color y mejorar la textura.
No hay una edad marcada para iniciar este tipo de tratamientos. Se pueden empezar desde jóvenes, siempre con el consejo de un profesional y adecuando cada tratamiento a las necesidades de cada paciente, puesto que cada franja de edad suele tener asociados unos tipos de cambios. Haciendo este tipo de tratamientos alargaremos la salud y juventud de la piel de la manera más natural posible para evitar en un futuro tratamientos más agresivos.
Se trata de un proceso natural de nuestro cuerpo producido por un exceso de radicales libres (moléculas que se producen en nuestro organismo diariamente) y la falta de antioxidantes para compensarlos. Esto puede acabar afectando al envejecimiento.
Hay factores que agravan el estrés oxidativo: la obesidad, fumar, beber alcohol o la contaminación del aire, entre otros.
Son los responsables de la producción de colágeno y demás proteínas que conforman la dermis, y contribuyen al hecho que la piel cumpla su función de barrera adecuadamente.
El colágeno es una proteína esencial que se encuentra en el cuerpo humano. Se encuentra en la piel, huesos, tendones, cartílago y otros tejidos conectivos. Es responsable de brindar elasticidad y fuerza a estos tejidos, y es un componente clave de la piel que ayuda a mantener su firmeza y elasticidad.
La elastina es una proteína en el cuerpo humano que se encuentra en la piel y otros tejidos conectivos. Al igual que el colágeno, es responsable de brindar fuerza y elasticidad a estos tejidos. La elastina es especialmente importante porque le permite a la piel y otros tejidos regresar a su forma original después de haber sido estirados o comprimidos. Esto es lo que permite a la piel mantener su elasticidad y prevenir la aparición de arrugas y flacidez.