El envejecimiento tiene consecuencias visibles como la aparición de arrugas, la aparición de canas o la curvatura de la espalda. También existen otros factores no tan visibles como enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares o cancerígenas, entre otros.
Para ralentizar el proceso de envejecimiento es recomendable tener un estilo de vida saludable, que consta en tener una dieta equilibrada rica en antioxidantes, realizar ejercicio físico de forma regular, tener un sueño reparador, limitar el consumo de alcohol y evitar el tabaco. Todas estas medidas pueden limitar el estrés oxidativo y la excesiva glicación.
Desde un punto de vista biológico y según la OMS (2018) “el envejecimiento es la consecuencia de la acumulación de una serie de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo”. Por convenio, se considera a una persona como anciana si es mayor de sesenta y cinco años. La OMS actualmente también define el concepto de “envejecimiento saludable” como un proceso para mejorar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar de envejecer. Dentro del proceso para mejorar y mantener la capacidad funcional se encuentra, entre otros, la realización de ejercicio físico.
Se han obtenido datos sobre el envejecimiento y la salud a escala mundial:
Actúa de dos maneras:
El ejercicio físico se convierte así en una terapia antienvejecimiento. El ejercicio físico, practicado de forma apropiada, es la mejor herramienta disponible hoy en día para retrasar y prevenir las consecuencias del envejecimiento, así como para fomentar la salud y el bienestar de la persona.
La glicación supone una pérdida de elasticidad en la piel y, por tanto, envejecimiento, que ocurre cuando la glucosa en sangre interactúa con las proteínas de la piel.
Se trata de un proceso natural de nuestro cuerpo producido por un exceso de radicales libres (moléculas que se producen en nuestro organismo diariamente) y la falta de antioxidantes para compensarlos. Esto puede acabar afectando al envejecimiento.
Hay factores que agravan el estrés oxidativo: la obesidad, fumar, beber alcohol o la contaminación del aire, entre otros.